RECUENTO DEL TERCER FESTIVAL INTERBARRIOS / Board Dripper

RECUENTO DEL TERCER INTERBARRIOS

Días de preludio.

Entre el uno y el tres de diciembre Board Dripper recorrió calles, espacios públicos y foros de cultura para celebrar una fiesta en nombre del arte y del skate. En uno de esos días que se usaron para planear todo lo necesario e irle dando forma a las ideas me invitaron a participar en la organización de la tercera edición del Interbarrios. Así comenzó el viaje que les voy a  contar.

Al principio no entendía muy bien el trabajo de Board Dripper, pero inmediatamente me ganó la curiosidad y acepté. En el trayecto me fui sumergiendo en un mundo completamente nuevo. Mientras más pasaban los días más manos se iban uniendo para materializar un festival que nace de las ganas de compartir y de facilitar los espacios donde cada quien puede expresar aquello que tiene para decir por medio de las artes. Ahí me quedó muy en claro que el combustible para poner tantas mentes creativas en marcha es saber lo bonito que puede ser crear las actividades y poner los medios para hablarnos con el arte, y sobre todo para escuchar al otro en medio del ajetreo de la vida.

Para hacer realidad esta tercera edición del interbarrios con semanas de anticipación se hicieron programaciones,  mapas y listas de actividades; se abrieron puertas y espacios; se pintó y limpio a fondo la Casa Board Dripper donde se montaron varias exposiciones;  se planearon fiestas y también improvisamos otras. Durante todo el camino tuvimos una idea muy clara; todo fluye mejor al compartir risas e ideas.

Cuando vi el montón de personas trabajando en conjunto y disfrutando el proceso me cayó el veinte de que todo el tiempo se descubren maneras de aportar a la vida cultural desde la colectividad. Así entendí que el Interbarrios es una fiesta que celebra la oportunidad de enlazarnos y compartir nuestra condición de nómadas en este mundo lleno de sentimientos para plasmar. La Casa Board Dripper fue centro de reuniones y trabajos durante semanas en donde fue posible preparar lo necesario para comenzar esta celebración.

1ero de diciembre: Primer día del Interbarrios

El día comenzó muy temprano. Había que afinar los últimos detalles en la galería perimetral de la Alameda Hidalgo; terminar de acomodar fotos, lienzos y textos sobre las mamparas. Pintaba como una mañana larga, pero funcionamos cargados con baterías de emoción. Lo esperado estaba a punto de comenzar.

La Alameda fue el primer escenario sobre el cual se expusieron evidencias de la vida de Board; una retrospectiva de trece años haciendo ruido y generando movimiento al tomar las calles y los espacios para llenarlos de diferentes formas de hacer arte. Entre fotos, textos y los impermanentes lienzos de las dibujizas fue posible ejercitar a la memoria, y recorrer territorios de un pasado que invita a seguir en movimiento para crear.

El acto de inauguración se convirtió en un espacio emotivo de remembranza; más de una década de experiencias compartidas se llevaron al presente y se posaron entre Cheke e Irene en forma de lágrimas y sonrisas. Oficialmente el Interbarrios había comenzado y se formaron pequeños grupos para recorrer la exposición y conocer con mayor detalle la historia detrás del colectivo. Entre música, bailes y una buena plática emprendimos camino hacia la siguiente parada del festival.

El segundo destino no estaba dentro de nuestros planes, pero resultó casi obligatorio para la tradición de los visitantes de la Casa Board Dripper. Terminamos hechos un poco bola en las gorditas de Mariano Escobedo donde comimos rico y agarramos pilas para seguir celebrando el comienzo del festival. Nos esperaba el último destino de la noche: La Casa de Contracultura. donde no faltaron buenas canciones ni voluntad para bailarlas; una combinación que nos mantuvo a muchos aferrados hasta el último momento.

2 de diciembre: Segundo dia del Interbarrios.

Este día fue una tregua; la tarde más tranquila del festival. El centro de las actividades fue hacer nuestro el espacio público al tomarlo para invitar a los caminantes a pintar o dibujar en la Alameda Hidalgo; un lugar que comúnmente sirve como territorio de paso en el andar apresurado de la ciudad. Nos instalamos en una de las entradas principales, sobre Constituyentes, una avenida que alberga la rapidez de los ires y venires urbanos. Llenamos las banquetas de hojas de papel kraft, pintura, brochas, pinceles y aerosoles para que dejaran alguna huella sobre esos lienzos. La convivencia también se dio alrededor de un taller de sahumerios donde poco a poco se fueron uniendo personas para crear a partir de las plantas. Ambas fueron invitaciones exitosas donde la voz se hizo colectiva y que sirvieron como descanso ante el ritmo de la vida cotidiana.

3 de Diciembre: Tercer día del Interbarrios: El cierre de un camino recorrido.

El tercer y último día del Interbarrios llegó mucho más rápido de lo que esperábamos. Una sola tarde bastó para tocar base en diferentes lugares que nos dieron a probar lo que pasa en sus territorios. Jugamos con la premisa de disfrutar ante todo, pudimos experimentar lo que pasa detrás de las puertas de diferentes espacios que sirven como foro cultural o que hacen actividades enfocadas en el desarrollo del arte, del skate, o mejor aún los dos juntos.

Todo comenzó en Códice Skate Shop donde se presentaron las intervenciones hechas sobre el wallride a cargo de El Rotulista, como muestra de la unión entre el skateboarding y el arte. También se armó una competencia pequeña de skate en la parte de afuera. Con esto el recorrido apenas comenzaba y en patineta,  bici o caminando llegamos al siguiente punto del recorrido.

Rumbo al segundo destino hicimos una parada importante y muy emotiva. Sobre alguno de los estacionamientos vacíos de Guerrero armamos un muro de bicicletas y alrededor de él apagamos por un rato nuestras voces para dar un minuto de silencio en memoria del peligro y los accidentes a los que se enfrentan diariamente los ciclistas.

Nuestra siguiente parada fue en La Madriguera Gráfica donde nos dejaron experimentar con las técnicas de grabado que comúnmente comparten en ese taller. Expusieron su trabajo de maneras muy variadas. Una de esas formas fue a través de la presentación de cuadros y grabados en diferentes formatos y tamaños. También nos dejaron vivir la experiencia desde muy cerca; primero aplicando tatuajes temporales con placas pequeñas de grabado, y después haciendo otros diseños sobre tela que pudimos llevarnos de recuerdo. Algunos dejamos este lugar con más de tres tatuajes nuevos y las pieles recién decoradas.

Cayendo la tarde nos recibieron en Origens Tatto con un mural para pintar colectivamente, sobre el que todos pudimos aportar para llenarlo de color. También armaron una actividad de tatuaje “canero” con máquinas hechizas como las que se improvisan en la cárcel; así se vivió una experiencia inusual pero muy cercana al tatuado real. Con estas máquinas fueron dibujando los flashes de diferentes artistas sobre pieles sintéticas. Al mismo tiempo muchas cosas estaban pasando sobre las calles del centro, la ciudad estaba más viva que nunca y el equipo del Board estaba repartido en diferentes lugares ajustando los últimos detalles y buscando soluciones para que todo continuara yendo bien.

Cuando las luces nocturnas comenzaron a brillar con más fuerza mientras la ciudad se oscurecía nos adentramos en el centro para llegar a la Celestina. Ahí empezamos a calentar motores con las Coronitas o las Victorias al tiempo que las revistas  Demeter y Fenómeno compartieron una muestra de su trabajo. Además Marlo, el residente internacional de Casa Board Dripper, expuso una serie de  serigrafías y videos del colectivo Zest, del cual forma parte en Londres. Para acabar bien nuestro paso por el andador Matamoros se armaron las pegas con los diferentes diseños que cada quien llevaba al recorrido dejando una huella del festival sobre las calles de Querétaro.

A punto de llegar al destino final hicimos una parada en Kokoro donde escuchamos un cadáver exquisito musical. Movimos el cuerpo en medio de un viaje sensorial que transitaba de un estilo al otro a través de una fusión de diferentes elementos musicales. Empezaron con una experimentación sonora, siguieron las tornas libres, un poco de jazz y por último cerró una mezcla de todo. Los cuerpos ya habían calentado y poco a poco emprendieron camino al inicio del fin de este bello festival.

Última parada y una de las más esperadas: Casa Board Dripper Para este punto ya estabamos entrados en ambiente y la casa estaba lista con mucho por hacer. Una vez reunidos todos afuera de la casa se dio la bienvenida y se agradeció a quienes formaron parte del camino; haciendo bola sobre Mariano Escobedo para seguir con la tradición de tomar prestadas las calles.

En la habitación de la entrada habitaba la exposición colectiva El bordado es resistencia  a cargo de los asistentes que acudieron al taller de Violeta Arciga quien lo estuvo impartiendo en Casa Board Dripper. Aquí cada pieza fue expuesta como resultado del proceso de aprendizaje de quienes se involucraron y compartieron la idea de que crear, aprender y compartir es una forma de resistir. Cada pieza fue mostrándonos una  historia bajo diferentes técnicas de bordado y acercándonos a continuar el camino porque aún quedaba mucho para dentro en la casa.

En el cuarto siguiente Maroga presentó otra exposición colectiva, pero esta vez de acuarelas; en ella  reunía lo hecho durante el taller que impartió a lo largo del año en este mismo espacio. Sobre las paredes había pinturas de diferentes personas en las que se unían el aprendizaje y las ganas de crear para hacer brotar magia en forma de arte. Esta muestra fue un agradecimiento a la disposición para compartir y conocer de quienes formaron parte.

Por último en los pasillos que daban al patio, Carlos Perrusquia, creador de JungleSkateboarding, presentó bajo el título de Neurocolor la icónica exposición de tablas rotas de skate intervenidas con arte. Lo expuesto era un juego con el color y las formas que servía como estimulante para el cerebro, con la intención de que pudiéramos reconocer pensamientos, recuerdos y emociones en la pintura. Esta técnica tan especial para Board Dripper mantuvo a muchos ojos detenidos en los pasillos recordando las historias que se han logrado plasmar en las tablas desde hace varios años.

Cada vez se fueron uniendo  más personas y aunque todos venían de distintos puntos  fluyeron entre subidas y bajadas por los pasillos que atraviesan la casa. Parecía que los rincones para refugiarse y hacerse un hueco no se acababan nunca. La calle y las banquetas se convirtieron en otro territorio para habitar que servía para hacer un intercambio constante entre los de afuera y los de adentro; convirtiéndonos en nómadas del espacio buscando hasta la madrugada algo diferente para hacer.

Junto con la noche la fiesta también tenía que acabar. Las personas fueron dejando la casa y mientras intentábamos ordenarla fue bonito recapitular y pensar en las sonrisas compartidas. Se vuelve emotiva la oportunidad de crear actividades colectivas como las dibujizas o el Interbarrios que forman vínculos entre las personas y su necesidad de compartir y expresar emociones, proyectos o sueños. Se convierten en puentes instalados en los espacios que a todos nos corresponden, pero que rara vez nos atrevemos a habitar; en calles, parques, mercados o paradas de autobuses. Este tipo de proyectos son conductos que sirven para tumbar las murallas que intentan ocultar la sensibilidad que todos llevamos dentro y que además no permiten reconocernos como seres que le dan vida a la cultura. Por eso digo que este festival no se acabó el día que salió la última persona de Board Dripper al terminar la tercer edición del Interbarrios, sino que es una historia que se sigue escribiendo en los corazones que salieron esa noche con ideas renovadas, miedos perdidos y ganas de seguir creando.

                                                                                                                      Texto: Mar Pacheco

Fotos: Daniela Navarro / Piercethedann.y

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